lunes, 25 de mayo de 2009

EL CÁLIZ Y LA ESPADA



 Juan  Jorge Faundes 
(en Punto Final, mayo-junio 2009)



"En el mismo sitio donde se dé la batalla y se obtenga la victoria, se levantará un Santuario a la Virgen del Carmen, Patrona y Generala de los Ejércitos de Chile...” (Bernardo O’Higgins).



Que la foto de Michell Bachelet encaramada en un tanque la haya catapultado a la Presidencia de la República, sólo confirma que desde el inconsciente colectivo de los chilenos la política está determinada por el arquetipo de la Reina de Espadas. La carta me salió (entre espadas y cálices) como lo arraigado en el inconsciente del país. En efecto, los principales hitos de nuestra historia están marcados por esta carta.

En 1535, la Reina de Espadas fue la princesa inca Ñusta Huillac quien encabezó una rebelión en contra de Almagro. Juana de Arco del Tawantisuyo, sus hazañas bélicas le valieron el apodo de La Tirana del Tamarugal. El fraile Antonio Rendón levantó una capilla en el lugar de su ejecución, llamándola Nuestra Señora del Carmen de La Tirana. Es el origen de la fiesta que hoy congrega allí a más de doscientos mil peregrinos cada 16 de julio.

Durante la Conquista, la Reina de Espadas fue Inés de Suárez. Relata Pedro Mariño de Lovera: “… comenzaron también los siete caciques que estaban presos a dar voces a los suyos para que los socorriesen libertándolos de la prisión en que estaban. Oyó estas voces doña Inés Juárez, que estaba en la misma casa donde estaban presos y, tomando una espada en las manos, se fue determinadamente para ellos y dijo a los dos hombres que los guardaban, llamados Francisco Rubio y Hernando de la Torre, que matasen luego a los caciques antes que fuesen socorridos de los suyos. Y diciéndole Hernando de la Torre más cortado de terror que con brios para cortar cabezas: señora, ¿de qué manera los he yo de matar? Respondió ella: desta manera, y desenvainando la espada los mató a todos con tan varonil ánimo como si fuera un Roldan, o Cid Rui Días…” El óleo “Doña Inés de Suárez”, de José Mercedes Ortega Pereira, donde aparece dirigiendo a la tropa espada en mano,  nos muestra la batalladora estampa de esa mujer que nuestro inconsciente colectivo desea: la madre protectora que con fuerza e inteligencia, pone orden en la Patria.

La necesidad nacional de una Reina de Espadas se refleja también en la devoción militar, política y civil a la Virgen del Carmen, Reina, Patrona y Generala de Chile. José de San Martín la declaró oficialmente “Patrona del Ejército de los Andes”, y colocó su bastón de mando en la mano derecha de la Virgen. En vísperas de la batalla de Chacabuco, Bernardo O'Higgins la proclamó "Patrona y Generala de las Armas Chilenas". El general Manuel Baquedano, tras la guerra del Pacífico, colocó la espada victoriosa en sus manos. Desde el 16 de julio de 2007, su día es feriado nacional por ley de la República. La versión chilena de la Virgen del Carmen no es la mansa y doliente madre de Jesús, sino una versión guerrera: la Tirana del Tamarugal, doña Inés de Suárez,  la Reina de Espadas endiosada en los altares.

Mientras una potencia mundial como los Estados Unidos alza como símbolo de su identidad la Estatua de la Libertad, nosotros parecemos necesitados de una generala, de una patrona, de una reina (¿los ingleses de América?); de una mujer que dirija nuestro destino, que actúe en lugar de nosotros;  que dé la pelea contra los invasores; que corte las cabezas de nuestros enemigos; que abogue y canalice el poder divino. Que corra el riesgo.

La sociedad chilena está necesitada de un destete: Al final de la novela del escritor inglés Sir James M. Barrie, Peter Pan y Wendy. La historia del niño que no quiso crecer…, al ver Wendy que en el País de Nunca Jamás no era posible crecer y que Peter Pan no asumía sus responsabilidades, regresa a su hogar, pero le promete al niño perpetuo que cada primavera vendrá a limpiarle y ordenarle la casita. Chile, ¿un país con el síndrome de Peter Pan?  

Así parece. Pero el Dos de Copas nos señala que hay un proceso de maduración que debe vencer los prejuicios y sectarismos que nos estancan (Cuatro de Espadas). Y un personaje sanguíneo, agresivo, inteligente y racional, audaz, El Caballero de Espadas, ha entrado en la escena a enfrentar al arquetipo que nos infantiliza. En el futuro inmediato se posicionará en forma de Paje de Espadas. ¿Al servicio de quién?  No olvidemos que los pajes son criados y tienen un amo. Un  Ocho de Espadas nos responde que sólo es producto de la frustración del pueblo. Por su parte, La Templanza y La Papisa, ambas invertidas, indican que el campo político seguirá conflictuado y con ausencia del “principio femenino”. Este es distinto a la Reina de Espadas y más próximo al “mundo gilánico” que anticipa Riane Eisler en El Cáliz y la Espada, donde “los seres humanos son bondadosos, los hombres son pacíficos y el poder de la creatividad y el amor —simbolizado por el Cáliz sagrado, el santo receptáculo de la vida— es el principio supremo”. Así sea.

lunes, 11 de mayo de 2009

PATEANDO EL TABLERO


Juan Jorge Faundes (en revista Punto Final, mayo 2009)


“Hoy, la sociedad parece haber retrocedido más allá de su punto de partida; en realidad, lo que ocurre es que tiene que empezar por crearse el punto de partida revolucionario, la situación, las relaciones, las condiciones…” (Marx, El dieciocho brumario de Luis Bonaparte).


Un temblor grado III en la escala modificada de Mercalli sacudió el piso, focos y parafernalia del set de la Mañana Informativa de los canales TVN-24 Horas. Era  viernes 8, a las 9:45, y el diputado y candidato presidencial Marco Enríquez-Ominami Gumucio era entrevistado sobre su continua alza en las encuestas. ¡Sincronicidad!, habría gritado Carl G. Jung, para quien sincronicidad es una conexión significativa entre dos o más acontecimientos relativamente simultáneos que no están causalmente vinculados.
¿Cuál es en este caso la conexión significativa?
Marco Enríquez-Ominami estaba en el corazón mismo (a nivel chilensis) de la aldea global anunciada a mediados de los años 60 por Marshall McLuhan (1911-1980), profeta de la Era Electrónica cuando la TV satelital estaba en sus inicios y la Internet era aún una fantasía futurista. Estaba en el vientre de esa ballena panóptica que con sus cámaras (y cada vez más con las cámaras-celulares de la propia audiencia) succiona la vida social, la metaboliza y devuelve “los hechos” a través de millones de televisores y sitios web transmutados en mirada y opinión de quienes dominan en la sociedad.
Allí estaba pues el joven Marco cuando sobreviene el impacto telúrico; o amniótico. Imagínense la danza de un bebé en el útero materno. No pude sino evocar a Marshal McLuhan quien, cuando le preguntaban qué era la verdad, respondía con una cita de Hércules Poirot, el detective de Aghata Christie: Es todo lo que patea el tablero.
Fue aquella una coz potente y en las profundidades: magnitud 5,5 de Richter a 126 kilómetros bajo tierra; aunque algo desviada (108 kilómetros al NE de la localidad de Los Andes, lado argentino de la cordillera). Pero el muchacho lo intenta. Parece que habla claro, de frente; y no espera a creer que ya nadie lo está observando para insultar al periodista.
No resisto la tentación de tomar la baraja y sacar un arcano al azar que refleje simbólicamente ese momento (Marco en la ballena; Jonás en TVN): sale El Ermitaño, el viejo sabio le dicen; el que alumbra con su farol en la mano derecha (la de la razón), apoyado con la izquierda en el báculo de la intuición. Avanza con cautela, pero seguro por el laberinto político (es Ariadna, y la luz de la linterna, su hilo). Sabe que va bien encaminado.
Estamos en tiempo de irrupciones que lo desordenan todo:  los aviones contra las torres de la Matrix iniciaron esta era; les siguió la invasión al Paraíso (recuerden que se localizaba entre el Tigris y el Eufrates); ahora nos atacan el virus subprime y las hipotecas porcinas; Frei y Piñera ya no son vectores de futuro.
El Ermitaño, carta número nueve, puede asociarse al noveno sefirot (“sendero” en hebreo) cabalístico, cuyo símil astrológico es la Luna, fecundidad.  Recordemos que el arcano La Luna es el definidor de la situación actual de la política chilena (Astrolabio pasado).  Yesod, el noveno sefirot es considerado el fundamento, la base, fuente de todo lo existente. ¿Qué o quién hay latente, a punto de irrumpir, de nacer, quién es éste que está pateando el tablero?
Saco una carta para encontrar la respuesta: sale El Sol. Hay un sol emergiendo en la noche del útero lunar de la política chilena. ¿Será, como algunos creen, Marco Enríquez-Ominami Gumucio, cuyos apellidos lo vinculan a dos filogenias que se hermanaron en la Izquierda Cristiana y en Cristianos por el Socialismo? Por su fecha de nacimiento (12 de junio de 1973) Marco es del tercer decanato de Géminis cuyo regente es el Sol. El Sol es símbolo de luz, de verdad, de vida y de poder. ¡Inti! Un poderoso atractor. ¿Deberán el Juntos Podemos, el MAS, el PC-AP, y hasta Héctor Vega y Pamela Jiles ser afluentes de este río? 
¡Cuidado! Despacito por las piedras… No olvidemos que el sol sube, se encumbra, llega al cenit, y a veces con sus radiaciones ultravioletas aniquila todo lo que antes había vivificado. “Brilla el sol de nuestras juventudes, la noche quedó en el ayer”, canta la historia reciente: 1964, la marcha de la patria joven, apertura hacia cambios estructurales, Eduardo Frei Montalva (quien hasta es acusado por la ultraderecha de ser el Kerensky chileno). Luego viene la UP, Salvador Allende, las 40 medidas que hacen que la tortilla se vuelva, y la dictadura militar de Pinochet que cruentamente la regresa a su posición original. Frei Montalva justifica el golpe como alternativa a una guerra civil confiando en un rápido retorno a la democracia (Tras darse cuenta de su error, es asesinado; así al menos hay cada vez mayor convencimiento entre quienes investigan su muerte). El himno franquista “Cara al Sol” nos advierte que éste a veces también puede ser fascista. ¿Entonces? Un protector solar: garantías.-